viernes, 19 de febrero de 2010

Mi gula me reclama...

Vaya manera de sufrir, hace ya tres semanas de esto y no logro acostumbrarme...

Resulta que me colocaron braquets para resolverme mis evidentes problemas dentales y desde entonces la estupenda relación con mi sentido del gusto se ha visto seriamente afectada. Un amigo me dijo ¿a poco no esa serie de cosas en la boca parecen torturas medievales? Y la verdad es que hay algo de cierto en ello.

El simple hecho de no poder comer confortablemente es todo un martirio, la modificación de mi dentadura provoca que a menudo me muerda, los braquets me han generado llagas al interior de mi boca, cuando voy a nadar se me reseca la boca y siento como los braquets van rasguñandome por dentro y todo esto ha provocado que a menudo cuando quiero comer lo pienso dos veces. ¡¡¡Todo justo en el año del bicentenario!!! ¿Que voy a hacer en septiembre con mis quesadillas y tostadas? y no más lejos ¡¡No puedo comer más las quesadillas y gorditas de la esquina de mi casa!! Eso es más intolerable que una derrota del atlante... Mmmhhh... no, creo que exageré, una derrota del atlante es igualmente grave.

El hecho es que comer algunas cosas en pedazos es en verdad es desesperante y lo peor de todo es que mi panza me reclama toda la vitamina T posible. Además, la experiencia de estar postrado ante el ortodoncista sintiendo y viendo como utiliza herramientas como si fuera a ajustar un auto viejo me deja con el miedo de que al toser vaya a escupir algún tornillo.

El tiempo se me hace tan lento como el presente sexenio y lamentablemente mi tratamiento acaba primero.

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